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De Antímano para el mundo
Oscar DLeón live in Belgium
El invierno no había terminado. Atravesar Amberes en bicicleta para asistir a la rueda de prensa de El Sonero del Mundo era casi quebrar la piel del rostro y las manos.
El hotel queda en las afueras, donde hay más brisa, tan placentera como dolorosa. En el morral llevaba la grabadora, las credenciales de panfletonegro, el email que autorizaba mi presencia en la sala, la cámara y una bandera de Venezuela, por si acaso.
En el lobby hay mucho movimiento, mucho negro cuarto bate. Arriba está Lázaro Valdés, líder de Bamboleo comentando que en su familia se está muy orgulloso de las varias generaciones de músicos, de las que destaca a su abuelo, Vicentico Valdés, a su padre, pianista de Benny Moré, a su tío, percusionista de Irakere y la cercanía con Chucho Valdés.
Tras una pausa, entra Oscar D´León, dicharachero, con la familiaridad que lo caracteriza, entra a la sala con un ¡Bueno! y uno por uno, saluda y le da la mano a todos los periodistas, en su mayoría Belgas, Holandeses, uno que otro latino coleado, pero casi todos hispanoparlantes. Mientras que Valdés fue casi enteramente traducido, cosa que hizo la entrevista bastante lenta, al sonero del mundo lo primero que le dijeron fue aquí todo el mundo habla español, cosa que aprovecha para hacer un chiste comparando su calva con la de un enviado de un programa latino de radio en Bruselas y para dar una breve introducción a su presencia en Bélgica.
Vamos pa´ llá. Comenta que en su cuarta visita en Bélgica promete un concierto pleno de música latina desde rancheras y chachachás. Agradece a la prensa el apoyo que le dan a los movimientos latinos en Europa. Recuenta que durante su primera visita, verano del 90 o el 91, su música no era conocida pero que caló lo suficiente como para motivar que actualmente sea el nombre más llamativo del festival latino más grande de Europa. Nombrado Rey del Carnaval del Festival de la calle Ocho, ha tenido una agenda apretada de medios y presentaciones públicas. Resalta que por la antigüedad del compromiso presente no pudo asistir al concierto en homenaje a Celia Cruz, cosa que lamentaba muchísimo, el no estar con Celia, dado lo reciente de sus problemas de salud. Gracias. No te beso porque te pinto, le comentó entonces a un periodista que le regaló una foto de él junto a Celia, tomada tres veranos antes, en un festival.
- Sigues tocando música cubana - afirma, preguntando, un periodista.
- La música cubana es la que me ha dado presencia mundial. No la voy a dejar por nada, por el contrario, voy a seguir enriqueciendo mi repertorio con música cubana de otrora, porque me ha dado muy buenos resultados y no solo por eso, sino que además es mi música de planta, como decimos.
- ¿Hacia donde siente ud. que va la salsa? ¿Qué se puede esperar de la salsa ahora y en el futuro próximo?, mi primera pregunta en la historia del show bizness
- Los jóvenes tienen mucho que ver con el movimiento. Lo único que priva es la piratería de discos, que está cercenando las ideas de las grandes empresas disqueras y la desaparición de las pequeñas. Si esto se logra arreglar, van a salir muchos nuevos valores, que los hay, pero que no se les da cabida porque las disqueras no invierten en nuevos atistas. Eso puede producir una merma en el avance de la salsa. Hoy se hace salsa pop. Celia entró en esto y este servidor tambien entra en esto con el nuevo disco, que salió apenas unas semanas atrás, con un tema que se llama la Mazucamba.
- Mazucamba, a mí me encanta la traductora comenta que le encanta.
- Lástima que no haya un reproductor aquí para que lo oigamos dice Oscar, tras confirmar que no hay manera de oír su nuevo disco, aunque una periodista de primera fila lo tiene y le pide que lo firme.
Comenta la variedad de su disco reciente, que trae salsa, vallenatos y demás exploraciones del universo bailable latinoamericano. No podía faltar quien preguntara su secreto para mantenerse tan joven y presto responde que uds., las mujeres, son las que lo rejuvenecen a uno.
Tampoco podía faltar quien preguntara su opinión sobre la situación política y el declara que la ve difícil pero que el siente mucha esperanza. Declara que aunque tiene sus ideales, no siente correcto parcializarse por un lado o el otro, sino más bien unirse al deseo general de una solución pacífica y democrática a la crisis actual.
Recuenta, a petición, sus incursiones en la salsa erótica y el bolero, grabaciones con otros artistas y reconoce que su nuevo disco es un experimento pero está seguro de su éxito. Una señora pregunta qué debe hacer para contagiar el sentir de la salsa desde el programa de radio en el que trabaja. Mucha gente europea quiere lograr que la música latina gane espacio en su pedazo del mundo, y por un momento se discute sobre la diferencia cultural, sobre cuán arraigado está el trópico en el Caribe y sobre como se le bloquea el acceso en el norte. No es mucho lo que ella puede hacer, pero poco a poco los festivales latinos dejan de ser sólo una hecho pintoresco de verano y van creciendo y la gente no sólo compra el disco a la salida del concierto como souvenir, sino que intentan aprender a bailar y hasta disfrutan de la música mientras cocinan. Cada vez es más tangible el hecho de que los músicos latinoamericanos llevan una imagen de una cultura y, sí, el señor D´León es nuestro embajador ante miles de espectadores del mundo.
En el Sportpaleis de Amberes, nuestro embajador es precedido por su orquesta, que prepara el terreno de manera instrumental y dicta lo que será la forma general del concierto. Ya tocó Bamboleo. Ya Mala Fé tocó su merengue neoyorquino y subió a las mujeres latinas de bélgica a mover las caderas. La que ganó llevaba un top con la bandera de Venezuela. Y estaba divina. Luego vendría Kassav con soca de Guadalupe (para mí no existían antes de esa noche, pero parecían tener un renombre envidiable), pero ahora está la orquesta de Oscar D´León interpretando versos de temas clásicos de Lavoe, Puente, la Dimensión y demás leyendas de lo latino. Cuando entra la estrella, la tónica no cambia: Castellano, qué bueno baila usted; un trozo de Siete hombres y un destino (o era de Bonanza); banderas de Venezuela que lanzan al escenario, Llorarás, gente que se lanza a bailar a la tarima, mujeres que enloquecen cuando se baila cerca del público. La gente enardecida baila con personas que no conocen, que no volverán a ver. El sudor le dá un aspecto terrible a la gente. Probablemente yo soy el único mariquín que se dá cuenta. Me estoy haciendo viejo.
Como lo prometió unas horas antes, lleva a su público de paseo por el Perú, por el México de José Alfredo Jiménez y por cerca de una hora, muy pocas pausas interrumpen el espectáculo en el que hasta su bajo y él se hacen dos en uno por unos minutos.
Como la entrada era gratis, me voy antes cuando se van los venezolanos de la tarima. Otro día oiré soca, o quizás no. Hace más frio afuera, pero recordando la energía que le puede transmitir a miles de personas un señor de sesenta años que se ha pasado treinta entreteniendo a la gente, hace que casi no me dé cuenta y que el camino a casa se haga más corto.
Confieso que hasta un poco orgulloso me sentí.
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