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Secuelas del verano sin fin
1) Kill Bill ataca de nuevo La dos es la extensión natural de la uno, pero también su continuación melancólica y reposada. Bill perece en el anticlímax absoluto, defraudando a quienes esperaban una muerte efectista a manos de su mujer, en la orilla de la playa, bajo la luz de la luna llena. En cambio, y para llevarnos la contraria, el duelo final no se parece en nada al de Aquiles y Héctor en Troya. La banda sonora suena a Ennio Morricone en un spaguetti western de Sergio Leone, y sabe a pastiche o hallaca de pobre, condimentada por todo tipo de guisos, rescatados de la basura melódica de una rocola tarantinesca . Un solo tema llega realmente a incomodar, a estar de más, en el ecléctico soundtrack de la película: el de la rumbita flamenca cuando la mamba negra cruza la frontera mejicana. Algo así como un burrito sónico con salsa especial made in Spain. A Quentin, etnocentrista por naturaleza con oído Tex-Mex, Centroamérica le suena igual que a sus ignorantes antepasados: a la macarena, al tablao, a todo lo que parezca hispano. La misma confusión de su pana Robert Rodríguez en Spy Kids. Por fortuna para ellos, alguien inventó el todo vale para que tuvieran efecto todos sus despropósitos. Pero mejor, para no herir los sentimientos de sus fans enamorados, cambiemos de tema, y hagamos música para sus tímpanos acompasados al ritmo de Bang Bang by Nancy Sinatra. En Kill Bill 2 la violencia es menos hiperbólica y mucho más trágica que en la primera parte. Su exposición sigue siendo cruda, pero pocas veces viene atemperada y decantada por el filtro de la sátira. Ahora se da hasta lujo de salir fuera de campo, invitando a nuestra subjetividad a llenar el vacío del espacio-tiempo, en escenas tan Wellesianas y sutiles como aquella del atentado contra la novia en una capillita del lejano oeste. En un plano secuencia , digno de estudio, la cámara-grúa abandona la iglesia, mientras los asesinos de Bill penetran en ella, para cometer el homicidio frustrado. El templo queda finalmente abandonado a la suerte de un metafórico picado, donde la muerte y el crimen han sido contextualizados y enmarcados a la manera de un encuadre de Ford. Es en estos momentos cuando la segunda supera a la primera, o cuando una enriquece a la otra, para consumar una de las grandes epopeyas de la temporada, dueña y señora de dos parlamentos para la posteridad: el monologo de Darryl Hannah leído directamente de una libretica, y el de Bill sobre Superman, el heroísmo, la doble personalidad y The Bride, víbora devenida leona en un bizarro canto a la maternidad, según las elogiosas palabras del equipo de Días de Cine. 2)El Hombre Araña contraataca de la risa Conozca la verdadera historia detrás de la mascarada. María Juana, o Mary Jane, es la mota de Peter Parker, de todos los personajes de la película, y aparentemente, de toda la ciudad. Nadie puede vivir sin ella, y si la dejas o la reniegas, como Spider, corres el riesgo de perder la cabeza, junto al tigre Tony que hay en ti. Te caes al vacío, sufres de impotencia, como dijo el amigo Correia, y en general todo te sale de la patada. Antes eras el superhéroe de una historieta de la Marvel. Ahora, sin Mary Jane, eres el doble de perdedor que Torombolo, y puedes hasta sustituir a Harvey Peckar en American Splendor. Has llegado al límite del ridículo, al parecerte al Chavo del ocho en Acapulco. Y con toda razón le dices no more a tu disfraz de Superman, benefactor de la gran manzana y defensor a ultranza de la propiedad. Pero afortunadamente has recapacitado. Te has dado de cuenta que sin Mary Jane no eres nada, y por tanto, a partir de right now le has dicho yes a ella, a tu disfraz y a tu pasado omnipresente. Enhorabuena, mi querido amigo, has decido recobrar y recuperar tu verdadera identidad. Te echábamos en falta, te extrañábamos muchísimo, aquí en el mundo irreal, de la fantasía, de la surrealidad. Bienvenido a la loca evasión, al Disney World, al good trip de Misiones Imposibles sobre trenes fuera borda, detenidos y frenados por las telarañas de tus neuronas. Welcome al happy ending sin fin, recostado sobre una hamaca de Mujer Araña, acompañado por siempre de tu Mary Jane. 3) Marlon Brando en su punto de no retorno La comunidad de actrices y actores desempleados ,en compañía del sindicato de superestrellas venidas a menos y rebajadas a figurar en el horario estelar de E! Entrenteinment, cumplen con el penoso deber de anunciar el triste encallamiento del último Shamú de Hollywood Babilonia, mejor conocido como Marlon (trabajo por comida) Brando. Sus dolientes lloramos su partida, pero no nos hacemos responsables por sus deudas contraídas por la bebida. Como no hay ataúd que soporte sus 150 kilos, lo lanzaremos (incinerado) al mar para que descanse en paz con sus amigos. En nombre de todos los que lo quisimos, el techo de la ballena le dedica este poema (para ser leído como Adriano cuando está rascado):
4) El Festival de Cine Independiente Norteamericano Strikes Back I Cine norteamericano hasta en la sopa. No contentos con la avalancha anual de blockbusters, ahora tenemos la invasión de indies provenientes del mismo país. El monopolio de las salas multiplex trasciende así al circuito alternativo del arte y ensayo. La diversidad, la pluralidad desaparece como ilusión, para dejar al descubierto la cruel verdad del mercado: homogeneidad de la oferta para una demanda heterogénea( control de la oferta para crear una demanda artificial sobre la base de la publicidad).
II ¿Lo indie existe o es un espejismo? ¿Qué lo define? ¿El guión, el compromiso político, la recaudación en taquilla? Si es así, ¿la última de Moore puede considerarse indie, aun cuando haya recaudado tanto o más que un blockbuster veraniego? ¿Hasta qué punto una película producida por George Clooney, una actuada por Holly Hunter y dos distribuidas por HBO Films Time Warner, forman parte de la corriente independiente?, siempre y cuando demos por descontado su vigencia como fenómeno cinematográfico. Al margen de si creemos o no en él, ¿hace falta en realidad dedicarle un festival, con toda la pompa mediática del caso, considerando que a lo largo del año se estrenan no menos de diez o quince películas encuadradas dentro de la flexible categoría independiente? Para comprobarlo, hagamos el recuento de los largometrajes pertenecientes al género, presentados y comercializados hasta la fecha (3 de julio):
Aparte de ello, reflexionemos en torno al icono del festival: un paquete de cotufas con los colores de la bandera americana, y un etiqueta circular en todo el medio con el rótulo “Festival de Cine Independiente USA”. ¿Quiere decir que el Festival ofrece pop corn movies a granel? ¿O es una imagen tópica que le pretende hacer guiños al consumidor de palomitas largometradas? En cualquier caso, ¿el emblema le hace justicia al cine independiente? ¿Y qué tal la selección oficial? En honor a la verdad, completa, plural y mejor curada. Las películas elegidas superan en conjunto a la irregular muestra del año pasado, al reunir un puñado de títulos espléndidos y merecedores del elogio de la crítica más exigente. A destacar entre ellos, la devastadora obra maestra de Gus Van Sant, Elephant, el corrosivo y virulento repo-documental sensacionalista de Michael Moore, Bowling For Columbine, la brillante reflexión docudramática y bizarra sobre el american beauty transfigurado por el arte del caricatura underground, American Splendor, el pequeño y fascinante documental de Carlos Bolado sobre el conflicto árabeisraelí, Promesas, y la Rififi a lo Rufufu, Collinwood, Italian Job en versión disfuncional tipo Ladykillers, producida por el mismo director de Ocean´s Eleven. A no perder de vista la crónica roja sobre la decadencia de John C. Holmes, Wonderland, moralista en su contenido, pero brillante en su forma de representar la estética de los tabloides amarillos. In América es un trabajo de Jim Sheridan nunca tan contundente como En El Nombre del Padre y Mi Pie Izquierdo, pero consecuente con las ideas políticas y conceptuales del autor. The Cooler destaca por dos estupendas actuaciones y un guión bien enhebrado. Sin llegar a ser una gran película, se deja colar en el medio de los estrenos del verano. A los trece es un film adolescente, de teenagers en el despertar de su sexualidad. No es American Pie, pero tampoco Kids. Explota abiertamente el magnetismo lolítico de sus protagonistas, y contiene significados nulos, explorados anteriormente por deconstructores puritanos de la generación X. Aun así, su directora sabe conferirle una contundente identidad visual, a base de efectismos dogmáticos. Nada nuevo en la autopista de la rebeldía sin causa, aunque preferible a las rutas juveniles construidas por Hollywood, para ser transitadas sin poesía por Brittany Murphy y compañía. Formula 51 es un vehículo para la exhibición y el lucimiento de sus protagonistas. Dirige Ronny Yu, el mismo de Freddie versus Jason y La Novia de Chucky. En pocas palabras, móntese bajo su propio riesgo. 5) La restauración de Shrek Ahora cuando el verano es sinónimo de reproducción mecánica y clonación de películas, de continuaciones y de largometrajes que continuarán en la próxima temporada, de sagas y franquicias sin fin, las secuelas de la cartelera se dividen entre las conservadoras como El Hombre Araña y las contraculturales como el segundo volumen de Kill Bill. A este último grupo, tan paradójico como Tarantino, pertenece la segunda parte de Shrek, revisión iconoclasta y desmitificadora del cine animado, a caballo entre la parodia de los cuentos de hadas y la sátira contra la imaginería Disney, en respuesta a sus arquetipos, estereotipos y clichés, pero no de sus happy endings, pues como en la primera entrega de la serie, al final los ogros de la telenovela vuelven a vivir felices para siempre al compás de Living La Vida Loca, pero en pareja y hasta que la muerte los separe. Al igual que en El Gatopardo, en esta fábula para el lucimiento del gato con botas, todo cambia en la superficie, para que en el fondo todo siga y termine igual que en La Sirenita, La Bella Durmiente y La Cenicienta, aunque esta ocasión la Bella es como la Bestia y el príncipe azul es como Hulk. Aun así, se impone La Fuerza del Cariño, tal como sucede en Mujer Bonita, y en la nueva ola de comedias matrimoniales, con mensaje edificante de por medio. Y si de moralejas hablamos, no debemos olvidar que Shrek 2 hace un llamado a la reflexión, recordándonos como Rubén Blades, que se ven las caras pero nunca el corazón, y que debemos mirar la esencia y no las apariencias, como aconseja Andrea Echeverri en una de sus canciones o sermones. Con todo y sus reparos aleccionadores, Shrek 2 fue ovacionada en el último Festival de Cannes, por hacer lo mismo que Robert Altman en su película The Player, esto es, burlarse de esa feria de vanidades y frivolidades en que se ha convertido Hollywood o la meca del cine, reducida en esta película a la escala y al nivel de una extensión de Disneylandia. Por último sólo queda por agregar que colorín colorado, este cuento no ha terminado. De hecho, proseguirá en futuro no muy lejano, como los folletines de Corín Tellado, y al igual que el resto de las secuelas del verano.
-Sergio Monsalve |
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