-Tilo Nurmi
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de NecRomántica


(Para Francisca Inostroza, mi fuente de inspiración)

VAGABA LLORANDO DESCALZO por mis sueños de viajero nocturno, a través de los surcos voluptuosos que la tierra contorsionaba para mi pleno deslizamiento, cuando oí por sobre mi llanto desolado de penas amargas en los ojos, el dulce crujir de ramitas sueltas, aplastadas por pasos misteriosos en un bosque oscuro y silente. En un arrebato de valentía que pocas veces suelo demostrar, me acerqué despacio, tratando de no emitir sonido alguno que espantase a un posible viajero paralelo que evitase el contacto de mis ojos sobre los suyos...

Una brisa feroz me golpeaba a la cara con un hálito difuso de aromas indigestos, alborotándome la cabeza con un remolino de pelos, impidiéndome la libertad visual para avanzar sin tropiezos. Bajo esas condiciones pude distinguir un destello luminoso entre ese murallón de árboles nobles, enhiestos e imponentes en toda su realeza. A través de ellos dirigía mis pasos, adentrándome en la espesura de ese bosque en medio de mis sueños. De pronto la brisa cesó de golpearme la piel y una fragancia deliciosa comenzó a besar cariñosa los vellos sucios de mi nariz. Los pies me sangraban y los sentía palpitantes de dolor, pero ese aroma intenso, fresco, exquisito y embriagante en todo su podrido dulzor, me llevaba hasta los confines más desconocidos de la Tierra y me hacía descender con una orgásmica presión en el centro oculto de mi pecho descubierto...

Extasiado continué, dejando abandonadas las lágrimas que hasta entonces seguían alimentando mi pena, y una alegría infinita, desbordante, se instaló macabra en el filo de mi boca...

A lo lejos, el blanco espectro cubierto por un aura gris de invierno seco, se detenía a descansar sobre el lomo indomable de una roca, y desde allí luminoso, comenzaba a segregar ese perfume encantador, unido a un millar de otros aromas generosos de profunda procedencia femenil. Cada vez que me acercaba, me iba alimentando de su presencia angelical, demoníaca, benigna, maldita... preciosa. Cada célula de mi cuerpo absorbía una partícula de ese ser infernal, celestial y bendito, restaurando las heridas abiertas de mis pies y evaporando las lágrimas que aún se aguaban en mis ojos. Finalmente, logré llegar hasta el espectro hermoso, que desnudo reposaba sobre esa fría roca... Poseía un exquisito cuerpo de mujer... Me lanzó una llamarada eléctrica por sus blancos e intensos ojos, y en lengua muerta, musitó los versos más siniestros y profundos que haya oído en vez alguna...

Con gestos delicados, introdujo las manos bajo su blanca piel lunar, estelar y luminosa, y la rasgó con tirones suaves dejando al descubierto su verdadera desnudez: Un cuerpo indefinidamente oscuro, con curvas imposibles y alas negras de cuervo, que tras su espalda de terciopelo, acariciaba sutilmente el monte sagrado de sus glúteos majestuosos.

Como ráfaga veloz, extrajo un beso deificado de su boca y lo introdujo en la mía en forma de savia roja, dándome de beber el néctar milagroso, segregado por glándulas vegetales que me convirtieron en la semilla del árbol de la mentira. Comenzaron a crecerme ramas de los ojos y raíces de los pies, haciéndome estallar como en un ritual con baño de sangre, cubriéndome la dura corteza de la piel. La fantasma bebía ahora de mis manos, el amargo licor que excretaba mi cuerpo, saboreando con sus pálidos labios muertos este sacrificio suicida de sangriento amor fecundo. Ella, desplegó sus alas sobre mí, cubriéndome con pasión, impregnándome en las hojas otoñales su sabroso olor fatal, impreciso e inextinguible. Con un frágil susurro en los labios se llevó su nocturnidad, elevando fugaz el vuelo hasta lugares desconocidos...

Una tibia sensación se instaló aquí en mi ser, al pensar que tal vez, esa sublime visión... era tu alma... y la encontré...




   

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