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Gina Gershon es junkie

Lenny Kravitz live

Macy Gray es la encargada de preparar el ambiente para Lenny Kravitz en la gira promocional de “Lenny”, su último trabajo. Casi es imposible ver su rostro entre el micrófono y el gorro que cubre su afro y cae desde su frente. Por poco más de media hora sostiene un concierto extremadamente sexual, con letras sexuales, gestos sexuales, sexuales bailes y sacudones de cadera en el suelo y hasta masturbación sistemática del paral del micrófono. Pero farándula aparte, los músicos de Macy dieron un espectáculo más bien plano, en el que un escenario reducido (la mitad ya la ocupaban los equipos de Kravitz) y un sonido bastante mediocre no ayudaron mucho. Quizás sólo se pueda destacar el haber hecho cantar a todo el mundo “my world crumbles when you are not near”, mientras ella dirige acústica, casi a capella.

Se levanta, tras la salida de los teloneros, la cortina negra que cubre la primera gran impresión del concierto: la pared de amplificadores. Todo el fondo del escenario esta cubierto con amplificadores salvo por el altar en el que se instala majestuosa la batería de Cindy Blackman. Arriba cuelga una pantalla gigante, las espinas dorsales de cornetas y las luces.

Además de lucir su versatilidad al ir fácilmente de la guitarra líder a la guitarra rítmica, Lenny Kravitz es uno de los artistas que mejor maneja a la audiencia. Y la noche del 28 de mayo no sería una excepción. Dos niños que suben sigilosos a la tarima con ayuda de un rodie son sorprendidos y cuando esperan la humillación pública, Kravitz los sienta al frente y les dedica un solo. Una chica llamada Sandra cumple años: un afiche pide como regalo que diga algo. En medio de “Stillness of heart”, se percata del afiche y empieza a preguntar quién es Sandra. Craig Ross y Jack Daley, guitarra y bajo en mano, respectivamente, sostienen el ritmo de la canción mientras dure lo que se le ocurra al jefe. Cuando por fin muchas manos apuntan al mismo sitio y una rubia está sonrojada por la emoción y el cansancio, Kravitz atraviesa a los más cercanos a la tarima, se trepa al primer nivel de gradas y lleva a la muchacha al escenario. El resultado: sonrisas generales, un tumulto coreando lo que queda de canción y quién-fuera-Sandra generalizados entre el público femenino y parte del masculino, quizás, porque uno nunca sabe.

Pero, a oscuras, sentada en el banquillo de su esquina, con toallas cubriendo sus hombros y un asistente que eventualmente proporciona un masaje, está la baterista, a quien le harían falta las sales, el protector bucal y Burgess Meredith gritando “!No duele! ¡No duele!”. Cindy Blackman literalmente “le cae a palo a las pailas” por más de dos horas, con solo incluído. Y el desgaste se hace obvio cuando comienza “Are you gonna go my way” y le cuesta mantener el beat.

Mientras muchos músicos se limitan a interpretar canciones, Kravitz presenta casi todos sus temas, asegura que “Let love rule” es el tema mas honesto que ha escrito y dedica “Blues for sister someone” a una muchacha que conoció en New York mientras en la pantalla gigante Gina Gershon encarna a esa joven junkie en blanco y negro.

Tras un par de descansos y revisitar toda su discografía, Kravitz termina con la energía de “Fly Away”. Blackman tendrá con suerte un par de días antes de la próxima pelea.

   
 


Un cover de Los Pericos

Los Skatalites en vivo

Hace poco vi una foto de los Skatalites en sus comienzos. No pude evitar imaginarme que mientras ellos inventaban el ska, Billo Frómeta, desde un tocadiscos, ponía a bailar a mi abuela en algún matrimonio en Carora. Blanco y negro, pantalones de pinza y camisas vaporosas de seda blanca contrastaban con la oscura piel jamaiquina. Me preguntaba entonces cómo podían estar vivas estas leyendas y me daba extrema curiosidad ver en escena a los Buena Vista Social Club del ska.

El programa de la noche era extenso y reunía una banda local de ska, un grupo de música africana y a los Skatalites. Se saltó poco con los teloneros por eso del ahorro de energía y, por otro lado, mucha gente se tomaba una cerveza o fumaba un porro en el amplio jardín del sitio de concierto. La sala era pequeña y no estaba completamente llena. Muchos dreds y franelas de colores.

Poco después de las diez de la noche apareció Lloyd Brevett, frontman y contrabajista de la banda desde sus inicios. Los aplausos y gritos lo hicieron sonreir. Brevett toma el bajo y dá inicio a una noche casi mística en la que muchos se reencuentran con la música que ya han bailado mil veces en mil sitios distintos. El programa es extenso y los Skatalites tienen tantos temas famosos, que dificilmente hay un tema que nos suene extraño. “Man on the streets”, “James Bond”, “Sugar, sugar”, “Phoenix city”, ska, rock steady y un poco de reggae.

Brevett mantiene a la gente a salvo del agotamiento hablando con ese inglés jocoso y musical que hace de los comentarios un espectáculo en sí mismo. “This song was released in the 60's... Skatalites didn't like it and turned it into ska... and the name of the song is The guns of NAVARONE!!!!!” (desvaríos generalizados).

Todo el mundo baila suave, ya el toque había pagado la entrada, cuando en medio de la sección rock steady, señores, empieza a sonar “Don Juan” de Los Pericos. Pensé “¿!Los Skatalites haciendo un cover de los pericos!?” y no me lo creía. El asunto me tumbó al piso de la incertidumbre. La habían presentado como un tema del último disco, salido este año(From Paris with love), asi que no podía ser al revés. Pero todo tiene explicación bajo el cielo del Señor. “Don Juan” es una versión del tema “Golden Love”, de Lord Creator Patrick. Si mi amigo Jimijaz no me ilumina, muero pensando en la borrachera de Bahiano y su combo al lograr el sueño de todo músico, pero no, la vida no es tan fácil.

Salieron de escena y vi mi reloj. Sólo tenía 15 minutos para tomar el último tren y estaba a veinte minutos de la estación. Los Skatalites regresaron a escena ante los gritos que pedían más ska, pero ya yo había empezado a correr.

 
     


Dato del Mes

Tokyo Ska Paradise Orchestra cuenta con un culto fiel entre los fanáticos de la música jamaiquina. De ellos he oído algunas cosas que, según Jimijaz, ya las ponían Horacio y Caplís en su Radio Pirata hace años y podría decir que al menos los discos “Pioneers”, “Full Tension Beaters” y “Gunslingers” (un recopilatorio en vivo) son escenciales. Versiones de la música de Plaza Sésamo y de El Año del Dragón y temas tan potentes como “5 days of tequila” y “Filmmakers bleed” caracterizan a este grupo japonés pleno de jazz, reggae y ska.