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Sentirse irrecuperable,
andar un poco disperso,
un murmullo constante,
tal vez un poco de brisa.

No encuentro palabras exactas para definir al vacío.

Con un gesto sencillo
revolveremos la brisa
y pisaremos fuerte.

Hoy seremos héroes, no dioses.

-Ana Beatriz Corona
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Confesión de castidad

Anoche
              -en solitario-
logré ver tus pupilas en mis ojos
Manos
pies
saliva
         besos
La caricia larga de tu nombre

Anoche
toqué la última luz del universo
me vi en el espejo de la ausencia
Multipliqué
las fracciones de mi esencia
en una brisa de ojos solitarios
Dolí en la aguja clavada en tu costado
y me vi los pies

-el vientre virgen sigue esperando la caricia-

-Elisa Ochoa Linde
<[email protected]>

   
 
 
 



 
 
 

El tiempo que estoy sin mi

Apenas recuerdo si soy, o acaso existo.
No es lo mismo plantearse
el devenir de un espíritu ajeno
que pensar enmarañado
en el precio de unos zapatos...
aunque los pies, quién lo duda, también nos mueven.
Hace años que estoy sin tí,
y lo soporto.
Incluso he aprendido a cocinar.
Pero cada vez que siento
el frío vacío del tiempo
rellenando el centro
de mis dos ojos oscuros
palidezco, o enloquezco, o comienzo a llorar de amargura.
He comprado un perro.
Ni siquiera ladra,
apenas lame
y orina sin parar sobre el parquet.
Pero sabe escuchar,
hace compañía a mis penas
y jamás me lleva la contraria.
El pobre, siempre leal,
está aprendiendo a leer el periódico.
¡Maldita nada de siglos
que apenas me permite
acompañarme a mí mismo!

-daniel garcía da costa
<[email protected]>

 



Qué es de tu vida, y la pregunta supo a vómito
los ruidos de la calle estaban ahí
la penumbra izaba un poco el calor
tu rostro disuelto, tu vida por tu lado
por mi lado el sudor, el desaseo, las masturbaciones
lo mismo de siempre
el anonimato breve
los nueve meses absolutos
el desdén de cumpleaños
sin arrepentimientos
digo que no importa
que te vayas a la mierda
que aquí estoy.

-Gustavo Mérida
<[email protected]>

 
 







Las miras telescópicas no funcionan,
todo sucede demasiado cerca

Debo seguir adelante a pesar de las bajas.

Aún no sé contra qué lucho
y no revelaré mis coordenadas

Tarde o temprano descubriré el rostro del enemigo.

Puedo equivocar el objetivo varias veces
pero no quedaré fuera de combate.

-Ana Beatriz Corona
<[email protected]>





Distancia, luego ya de la eficacia de una fuga.
Son cuatro los que en casos normales se buscan,
A veces se encuentran, y en conjunto,
Cuando presenciado desde lejos,
Es algo que como el amor:
Puede ser practicado en soledad, sin más dogmas
Que las manos empujadas desde ningún lado
Para subir y volver.
Si son dos, o sea una, los que se pierden,
Entonces, batalla amorfa de metafóricas hormonas,
La mirada se forja, también atravesada por la lluvia
O síntomas de un sol muriendo.

Y si es tuert@,
dejando sólo a tres encrucijarse,
el efecto es inclusive más lúdico:
El marco de éste un poco reducido,
Ella, si es el caso, perdida un poco en el recate,
Y distraída por la posible causa, en su cabeza,
De la ausencia de ese otro
Que completaría el cuarteto,
Y que al fin y al cabo
Es sólo un medio
Por donde almacenamos todos,
y digo todos,
los encuentros.

-Roberto L. Savino
<[email protected]>

 
 






Supón que vas caminando por la calle, al filo de la medianoche,
te faltan los consejos y el tabaco,
llevas una bolsa medio vacía, y la vas llenando con desechos de colores.
Un perro te ladra, lo miras y se va.
Un carro puede arrollarte, quebrarte el espinazo. Puedes sobrevivir y quedar inválido. Te va a costar trabajo ir al baño, ducharte y esas cosas.
¿Qué carajo hacías caminando por ahí?
La calle puede estar solitaria, a esa hora. Sin carros. Alguien puede estar asomado en su ventana, preguntándose de dónde vienes. Puede ser una señora con artritis, que le cuesta trabajo comer y esas cosas. Puede que sufras esa enfermedad, dentro de algunos años. Puede que no existas, que esa calle desaparezca junto a ti en una explosión, o un terremoto, o algo.
Puede que nunca te pase nada. Que no salgas en la prensa, que tu hermano deje de hablarte, que pises un pupú del perro aquel.
O que en una de esas, suceda lo que siempre has temido.
Puede que amanezca, que alguien te arrebate la bolsa medio llena, que te desentiendas de tus pertenencias. Supón que somos de blanco y negro. Que no leíste, que no escribí, que alguien, otro, pudo estar debajo de tu cama de niño.
Y todavía está allí.

-Gustavo Mérida
<[email protected]>





Me tienes en la mira

para B

Me andas persiguiendo desde que nadaba en la placenta,
me tienes en la mira y no me dejas solo
te pegaste como mi sombra o como el sudor en la camisa
No dejaste que mi madre sonriera a la comadrona
y que mi padre oyera mi llanto
Me gritaste al oído mi nombre
como si naciera muerto

Me perseguías cuando muchacho
y me lo decían para que te perdiera el miedo
pero sentía que te me pegabas a la espalda
cuando en mi casa nadie te veía
A veces se alborotaban las gallinas
o el perro ladraba dormido
y mi madre me entretenía con canciones
para que me durmiera

Tu me sobabas con tu brisa tibia
y mi madre se asustaba por mis temblores
creyendo que me volvían las calenturas
pero eras tu con tu fuego en los dedos

Ahora por dónde andas
porque el maestro dijo en la escuela
que estuviste por México enterrando hasta el cuello a campesinos vivos
y le cortabas las cabezas con los sables como si podaras tunas
El maestro tosió su asma y también dijo
que estuviste por Nicaragua engañando nicaragüenses
para matarlos a traición
Después, cuando se murió el maestro, tenía que morirse,
me sacaron para otro pueblo porque mi padre dijo
que ya era grande para estudiar
y era feliz en una ciudad con tranvía
y con mi novia aunque yo no era su novio
pero ella me miraba y yo la veía de reojo

Cuando creí que te habías ido y no me perseguías
pensé que todo eran diabluras de muchacho
pero hoy siento frío de que me tienes en la mira
porque anoche te oí en la radio y hoy apareces en la tv
cuando mi nieta, mira, tiene sólo cinco meses,
se duerme con los dibujos animados
Nadie me dice que me tienes en la mira
ya no tengo padres ni maestro
pero te veo que andas persiguiendo a Simbad el Cargador,
qué mal te hace ?, por las calles de Bagdad
y lo último que has hecho yanqui endemoniado
es que a los negros que enriquecieron tu nación
que trajiste esclavos de las selvas africanas
los pisoteas en la tierra donde nacen y viven
A los negros que volvieron cantando sin orquesta a Liberia,
Senegal, Congo, Nigeria, Sierra Leona
a su continente, Africa de diamantes, oro, uranio y marfil
ahora vuelas sobre sus casas como aves de rapiña

Ya lo presentía en los ojos de mis padres
que se cerraron y dejaron de mirarme
Ya me lo decían que me tenías en la mira
y ahora no es necesario que nadie me lo diga
porque andas pegado a mi piel como mi muerte
todo porque hacemos la luz con el petróleo nuestro

Me tienes en la mira, USA
Me gritas mi nombre al oído porque tienes miedo
de que no esté muerto y a pesar de todo
viva enfurecido.

-Jesús Enrique Guédez
<[email protected]>

 




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