En Vörösmarty hojeabas un libro y sin darte cuenta cayó de él la secuencia de una sonrisa.
En el metro vi a un hombre de contextura y rostro fuerte como un leñador, vestido con chaqueta y pantalón de jean, leyendo un libro a de metafísica con una tasa de carro a sus pies. En la mano derecha, por debajo del libro, cargaba dos rosas -una roja y otra rosada- y una bolsa plástica con una botella de aceite de oliva.