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Delusión
Tras la red que nos separa lo veo avanzar con los rollos en brazos. Percibo su cara iluminada por la sagrada tarea. Lo acompaño con la mirada durante el recorrido: irrespeto con mis ojos insistentes la separación en cualquier momento en que mi alma regresa al aquí y ahora. Por los pequeños orificios el mundo se ve sin fracturas, y sólo existe esta alegría ceremonial milenaria.
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Siento que se fueron, escondidos, quien sabe a dónde, tal vez fueron dos inventos, virtuales de Internet, se disolvieron en el agua como un colorante, como una imagen impregnada en un papel de gelatina. Tal vez se fueron a alguna casa deshabitada donde vivir como fantasmas, con mates de entredicho, a esconderse en piezas diminutas con olor a encierro y una luz muy baja, como las sombras, como la locura que cede ante la Incuestionable, la Verdad o la Cordura. Tal vez sólo están durmiendo el sueño del invierno como animales hogareños invernando, tomando el sol de la tarde, amparados en el viento zonda o a pesar del viento zonda, buscando sus rastros en el ir y venir de cientos que se pierden y desandan rutas o tal vez perdiendo su ruta en estelas sin destino, circulando ajenos y distantes, sutiles como el humo de una vela que se apaga, crepitando levemente antes de que la luz se vaya y el atardecer solo deje lunas y sombras y rastrojos ínfimos de luz eclipsada. Tal vez nunca vuelvan a pasear sus dedos por las teclas y me dejen ida en el flujo bipolar, binominal, binario de Internet y sus cables y sus códigos y contraseñas que me retienen ceñuda y opacada vestida de negro y zonámbula de noches en las que me vuelco en los sueños idos a buscarlos y sólo encuentro ropas leves y vestidos que una parte mía rechaza mucho tener, un espejo que refleja una imagen esquiva me retiene en su horizonte mientras busco mis voces para acodarme plena entre mis brazos y las promesas de tenerte. -alejandra |
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