Animal, boy, thing (Lástima los carajitos Mix)

Imágenes © 2002 www.goformusic.be

Pocas veces se bailará tanto como en un concierto de Underworld. Las luces, los beats, la gente que te rodea; no importa cuán grande sea el espacio que ocupe la multitud, al rato dará la impresión de una discoteca llena. En medio de un festival, cosa que usualmente se traduce en carajitos pirceados, barro y audiencias divididas, pocas bandas logran esa unanimidad, esa transformación del público que de la nada trae mamis arregladitas, ropa de moda y, sobre todo, la democracia del baile. A lo largo de esta crónica, estimado lector, descubriremos cómo sucede este acontecimiento.
Lo primero es el factor mamis. Las mamis son teenagers arregladitas que parecen tener 21 años no importando la edad que tengan. La ropa que llevan lo obliga a uno a ver sus ojos en pos de la discreción y la caballerosidad. Pero durante un concierto de Underworld, los rostros de trance y gozo nos obligan a desviar la mirada a la sensualidad de los bailes. Pero, ¿de dónde salen? La pregunta se refiere a por qué, si durante todo el día uno ha visto una paisaje grunge, de repente se siente un ambiente chic. El secreto está en las tiendas de techno, uno o más escenarios que dedican todo el día a la música electrónica y que uno a veces no visita de tantos conciertos en otras tarimas. En este caso, gente como el DJ Shadow o Gonzáles vienen a ser teloneros remotos para el dúo de Rick y Karl. Darren Emerson, el ex tercero y ahora solista, demostraría en una tienda parecida si era él el cerebro del clan o no (lo cual parece ser cierto a juzgar por el poco éxito de Two months off, el más reciente trabajo de Underworld, primero desde su salida). Las tiendas de techno (en todas sus variedades), no nos desviemos, albergan a est@s party animals, que a veces hasta tienen la delicadeza de tomar una ducha y buscar una franelita nueva de las chicas superpoderosas o algo igualmente kitsch.

Mientras esto sucede, en la tarima principal esta poblada por soldados del metal que agitan las cabezas bajo el influjo maléfico de la música de Korn y en algún momento se preguntan si el vocalista está en verdad tan gordo o la cámara está defectuosa. Apenas termina Korn, los fanáticos salen a buscar algo de tomar y cuando regresan, sus lugares han sido tomados por una fauna completamente distinta. Sin embargo, detrás de mí se instala un grupito de 6 a 8 púberes con franelas negras. Al lado un pana prepara el MIDI, para grabar la sesión, como lo hizo hace unos días en Köln, como lo hará meses después en Gent.

Al fondo del escenario se infla una gran pantalla de plástico, un híbrido entre un colchón enorme y muchas almohadas unidas, pero inflable y plástico, eso sí. Los visuales hacen pruebas mientras ya suben esa especie de altar que son los artificios electrónicos que estos nuevos dioses utilizan para seducir a sus fieles. Los niños de negro siguen ahí y cada cierto rato me tropiezan entre sus brincos y chillidos.

Al fin arranca Dark Train. Nadie baila, es más bien una inestabilidad, como si todos nos balanceáramos lentamente y en grupo tras finalizar los aplausos de bienvenida. Rick se toma su tiempo al ir agregando sondos en la consola mientras Karl se coloca sus audífonos y se deja llevar, en la tarima, como si estuviera solo.

Poco a poco van apareciendo los rastros de Cowgirl (Everything Everything se repite sin cesar) mientras los carajitos se burlan de la música y de la audiencia como yo lo hacía en mi época de pseudoskapunkgrunge. Igual era una ladilla: Dark Train es como un pasadizo hacia un mood al que no se puede llegar rodeado de abucheos adolescentes. Cowgirl finalmente acelera los beats y la gente empieza a bailar mientras Karl declara que es invisible, que no hay razón para mirar. Tres mamis están frete a mí, ninguna me prestará atención, pero bailan divinamente.

Karl toma la guitarra y ejecuta un tema del disco nuevo que para ser honesto, me aburrió muchísimo. Santana goes techno. Nada del otro mundo. Y como si lo supiera, sin intro alguna, Rick lanza el bajo de King of Snake seguido sin pausa de Pearl´s girl. Un par de temas monumentales, un láser verde que meticulosamente scannea a la multitud. Además, ocurre el milagro y los fans de Korn have left the building. Más espacio para bailar y varios nos miramos entendiendo que el alivio no es individual. Así se crea esa comunidad voodoo que son los autodestructivos participantes de un rave.

Un último tema del A hundred Days Off, obligado, porque lo están promocionando y la fiesta comienza de nuevo con un Born Slippy brutal que todo el mundo corea gracias a Trainspotting. Push upstairs continúa y le da paso a Rez.

Rez suena a despedida y la prolongan entre sonrisas y manos serpenteando. Terminan y la gente se queda con ganas (difícil que no suceda), Rez es un final muy ligero. Recogen sus cosas, ya hace media hora que debieron haber terminado. Los gritos y aplausos los retienen en el borde de la tarima, aunque ya las luces están encendidas y anuncian el fin de la jornada. Rick habla con Karl, luego con alguien del personal técnico. En cosa de dos minutos Karl dice que consiguieron algo de tiempo y arranca Moaner, mi favorita. Karl declama, se arrodilla, grita, poseso, animal boy thing, moaner moaner moaner.

El final más enérgico que se pudiera imaginar.

Nadie se queja, ahora sí ha terminado la fiesta.

-O 05012003
<[email protected]>

 
   
 


A manera de agradecimiento (con dejos de farándula)

Por favor, no me tomen por antipático: empezando el año tuve la suerte de caminar por la National Portrait Gallery de Londres junto a mis amigos, Nelson y Karla, quienes amablemente me recibieron como un miembro de su familia y a quienes les agradezco enormemente su hospitalidad. Para más sifrinería, anotaré que llevaba mi franela de Spiritualized, sólo porque es un dato importante (pido paciencia).

En la galería de descubridores de nuevos mundos, rodeados de pinturas del Capitán Cook, el Alba Quartet se prepara para ejecutar piezas de Mozart, Dutilleux y Webern para los visitantes. Tomo asiento y cuando Nicola Sweeney, violinista, se percata de mi presencia, se sorprende y se lleva una mano a la boca en un gesto de casualidad increíble.

Se acerca a mi puesto, se sienta y me comenta que ellos participan en la grabación del próximo disco de Spiritualized, que será publicado en los próximos meses. Me comenta además que su novio es parte de la sección de metales del disco anterior, Let it come down, que fuera reseñado hace algunos meses en esta sección. (clic)

Farándula de carambola.

 





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