Cuatro Poemas Políticos y una Canción Desesperada: Consejos Para Sobrevivir

-Manuel Llorens
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    “Hay quienes creen que es fácil superar las metáforas, desmitologar los discursos, dejar atrás las ilusiones. Se trata de una ilusión, de un discurso mítico, de una metáfora milenaria: mala literatura crítica de una mala literatura anterior. El arrastre de las metáforas no se supera con otras metáforas que nos arrastren a creer que éstas sí son las buenas: la mismísima realidad. Se supera aceptándolas, críticamente como metáforas. Fuera del lenguaje, no hay exorcismo posible contra el lenguaje. Lo que se puede hacer contra la mala literatura es buena literatura.”

    -Gabriel Zaid, “Nosotros”







Plegaria de los Que No Creemos

              “El Chapulín usa un vestuario que cubre todo su cuerpo. Para saber cuando se acerca el peligro, El chapulín usa sus antenitas de vinyl y para defenderse el chipote chillón. Para encojerse y que nadie lo vea, El Chapulin toma las pastillas chiquitolinas y para salvarse de cualquier cosa o para hacer travesuras, usa la chicharra paralizadora.

              El Chapulín Colorado es un super héroe que se cree muy valiente, parece muy valiente y parece muy fuerte. Pero por dentro El Chapulín Colorado es una persona medio cobarde que se hace el machito, pero cuando llega el momento de la verdad, se escurre los pantalones, como dicen los de por allá.”
              -The Bumble-bee Man´s Web Page




dónde estás
    Moisés
ahora que los ríos de locura
se desbordan por las avenidas
será que no vendrás
con mapas
antorchas
tierras prometidas

precisamos la multiplicación
del pan
del vino
el cachito de jamón
la empanada
los precios del petróleo
la guarapita
sin tanto sermón
sin tanto incendio
quién sacará 
a los mercaderes del templo

quién me absolverá 
de la culpa pesada
de fornicar 
evitando que nazca
otro desafortunado

cuándo bajarás de tu repisa
muñeco absurdo
de ojos vacíos
cuándo un arcoiris 
como final del aguacero

el único que nos enviaste
usa antenitas de vinil 
cuando  se acerca el peligro
su chipote chillón
    para arrinconar el mal
pastillas de chiquitolina
    cuando le duele la vida
y un mono rojo
    que ya no va














Tirano Dice Gustar de la Poesía

la palabra
yace entreabierta
agonizante
tartamuda
atravesada
de oximorones
y decretos

el tirano sueña con su paredón
y nosotros revisamos
la basura
en busca de un dios














Oración

mi Dios y yo
tenemos un pacto
él no me pide
que crea en él
y yo
no le pido milagros














Para Qué Desfilar

“Para qué desfilar
si el camino puede ser un círculo”
-Lasse Sodeberg


“No se le hace ningún favor al pueblo
si se le propone una literatura que pueda asimilar sin esfuerzo,
pasivamente, como quien va al cine a ver películas de cowboys.”
-Julio Cortázar, conferencia dictada en La Habana, 1962

una hilera de mariposas
marcha triunfante hacia
la plaza central
los discursos de un hombre
se cuelan bajo
mi puerta
toda una sopa de colores
empacha la soledad
de esta tarde
sonidos de bota
atraviesan un pensamiento

la reforma agraria del verso
todas las metáforas vestidas de verde
sólo asociaciones con grama
con los genitales de un semáforo
las palabras bien hechecitas
haciendo fila una tras otra
cosas que rimen con revolución
el terciopelo
el tuqui-tuqui
el mes de mayo
la obligación de un poeta es
creer
dejar de pensar tanto en negro

el rojo podría ser














¿Dónde Estamos Aquellos que No Estamos de Ningún Lado?

Se viene afirmando de manera repetitiva y convencida la tesis de que Venezuela está constituida en estos momentos por dos países. Se le han ido asignando nombres, idiosincrasias y colores en el discurso colectivo a esa dicotomía. Unos se han denominado hordas otros se han denominado escuálidos. Por momentos parecen haberse ubicado en aceras distintas de las avenidas defendiendo esas identidades.

Las personas asumen de entrada que uno pertenece a uno u otro grupo lo que lleva a que le soliciten lealtad o debate, casi exigen que se esté de uno u otro lado. Veo a los desconocidos escrutarse silenciosamente en las calles intentando pescar los restos de conversación y los marcadores de estatus social que permitan concluir si el otro está o no conmigo. Peor aún, se están pidiendo delimitaciones simples, obvias que permitan clasificar a las personas, se contabilizan esas adhesiones en las asambleas consultivas de nuestras cuadras y edificios, de nuestros barrios y avenidas. La alegría de unos parece ser la derrota de los otros y vice-versa. El discurso se llena de categorías convertidas en insultos y lugares comunes. La humanidad vuelve una vez más a armar sus equipos de ajedrez a cada extremo del tablero, a jugar su eterno juego de división: los buenos (es decir, “los míos”) y los malos (es decir, “lo otros”).

¿Y dónde nos colocamos aquéllos que nos resistimos a tales simplismos? ¿aquéllos que continuamos pensando eso que nos enseñaron en preescolar de que no es bueno juzgar un libro por su cubierta? ¿aquéllos que rechazamos las categorizaciones simplistas e ingenuas, que nos consideramos orgullosamente ciudadanos del mundo? ¿dónde nos colocamos aquéllos venezolanos que tenemos una familia materna zamba de origen pobre y una familia paterna española y republicana, u otra de las tantas maravillosas combinaciones que nos ofrece felizmente la paleta multicultural de nuestra Venezuela de la cual tanto nos ufanamos en las pasarelas de Miss Universo?

En primer lugar creo que es esencial para nuestro desarrollo rechazar firmemente la afirmación de que somos dos países. Creo, que por suerte, somos muchos más que dos países. Somos las enormes variaciones de muchas culturas, muchas historias familiares, muchas educaciones diversas, que para bien o para mal tenemos que vivir bajo el mismo techo. No olvidemos, como las sobresimplificaciones categoriales fueron parte del combustible que alimentó tantas absurdas hogueras que promovieron otros líderes con pretensiones mesiánicas como las del Holocausto.

Llama la atención como algunos supuestos estudiosos dividen al país en dos partes cuando los sociólogos y psicólogos sociales tienen años intentando contestar a la difícil pregunta de ¿quiénes somos los venezolanos? Ya son clásicas las investigaciones que vienen proponiendo definiciones flexibles, ambiguas y fluidas; así el psicólogo venezolano José Miguel Salazar afirma que el tema de la identidad es un tema “caprichoso y contradictorio”. La identidad es una abstracción, pero hay que reconocer que es una abstracción útil para generar algunos valores que fortalecen las comunidades como la sensación de pertenencia, la cohesión, la solidaridad, el fortalecimiento de las raíces históricas y culturales.

Sin embargo, deseo subrayar lo que muchos estudiosos vienen afirmando sobre los peligros del juego de las identidades. Varios pensadores contemporáneos nos recuerdan como el discurso de identificarse con uno u otro grupo promueve la construcción de categorías estáticas, excluyentes que llevan a estereotipos y confrontaciones. Yo estoy con los rojos y por eso todos los rojos son buenos, o yo estoy con los azules y muero y vivo por esos colores. Así Lenora Fulani, doctora en psicología, activista política, mujer y negra norteamericana considera que la afirmación de la identidad viene de la demanda de las personas de ser reconocidas, tomadas en cuenta (lo cual es positivo). “Pero”, escribe Fulani, “hay problemas que surgen con estas identidades: se hacen categóricas, absolutas y rígidas, demarcando las asociaciones con agendas políticas o sociales y creencias particulares”. Y el Premio Nóbel de Economía de 1998 Amartya Sen escribe:

“muchas de las atrocidades del mundo ocurren como resultado de que la gente se siente obligada a actuar de forma particular, de acuerdo con la identidad que cree tener, lo cual incluye castigar a quienes pertenecen a un grupo que tiene una relación hostil con el grupo al que uno pertenece. De hecho, muchos de los que venimos del subcontinente hindú y que tenemos suficiente edad como para haber pasado por las épocas sangrientas de 1940, recordamos con viveza cómo las revueltas previas a la partición hicieron uso de contrastes de identidad recién ideados, que transformaron a viejos amigos en enemigos nuevos y convirtieron a asesinos en supuestos patriotas. La matanza que vino después tuvo mucho que ver con el pretendido ‘descubrimiento’ de una ‘verdadera’ identidad, desembarazada de cualquier humanismo razonado. Una carnicería similar – en algunos casos más extrema- ha venido ocurriendo recientemente en el mundo, en Ruanda, el Congo, Bosnia y Kosovo, y en otras partes, bajo el hechizo de identidades apenas descubiertas y magnificadas”. No olvidemos tampoco como Boves explotó las diferencias raciales llamando a zambos y mestizos contra blancos para cultivar sus deseos de guerra.

El exvicepresidente de la República declaró por Venezolana de Televisión que el gobierno estaba proponiendo un diálogo para promover la unidad, la conciliación, minutos más tarde dijo sin la más mínima sensación de contradicción que ¡los que no les guste como son las cosas aquí que se vayan del país, que se vayan del país y nos dejen trabajar en paz! De la misma manera Carmona Estanga manifestó que buscaba un gobierno amplio y plural mientras mandaba a allanar y perseguir. Creo que el grado hasta el cual nuestros dirigentes caen en estos obvios errores de lógica se debe en parte a que siguen evaluando la realidad a través de esta mirada torpemente bifocal.

Temo que a aquéllos que nos resistamos a colocarnos dentro de uno de dos estereotipos quedemos en el medio de la avenida cuando comiencen los disparos. O que nos pase como Bryce Echenique, que dice gustarle jugar una mitad del partido de fútbol con un equipo y la otra mitad con el otro y que terminó exiliado del estadio por gritos enfurecidos de traidor. “Sólo porque uno era incapaz de odiar, sólo porque uno no tenía tendencias agresivas o, por decirlo con un término muy de moda en el mundo actual, competitivas. En fin, sólo porque, sin saberlo ni presentirlo aún, uno anteponía los afectos a las ideas, la ironía a la gravedad categórica y la tolerancia al odio a la alteridad, a aquello que es distinto”, escribe Bryce con características tristeza.

Creo que para evitarlo, aquéllos que no nos conformamos con participar categorizándonos para facilitarle el trabajo de repensar sus razonamientos al vice-presidente, tenemos el deber urgente de defender firmemente un lugar lleno de matices, un país plural, en que se insista en el cultivo de la tolerancia, la solidaridad entre todos los participantes de este juego y la búsqueda de estilos de vida que promuevan la convivencia y la inclusión en vez de la exclusión y el enfrentamiento. En palabras del líder de los derechos afroamericanos en los Estados Unidos Anthony Appia: “La identidad racial puede ser la base de la resistencia... pero no debemos permitir que nuestras identidades raciales nos sometan a nuevas tiranías”. Creo que tenemos el deber de utilizar los frenos de la reflexión, de la examinación detallada de cualquier llamado simplista e ingenuo para evitar la reactividad y el fanatismo. Más todavía en caso de que algunos líderes de lado y lado estén jugando intencionalmente al juego de los nuestros y los otros para amasar lealtades fácilmente, lo cual insinúa manipulaciones asquerosas y terribles.

No deseo caminar por las calles de mi ciudad intentando escudriñar en los rostros y gustos de mis compatriotas si se consideran mis amigos o mis enemigos. No deseo ser categorizado por prejuicios torpes que violentan mi capacidad para compartir y convivir. No deseo una gran pared que pique la ciudad en dos partes como la que atravesó por tantos años las amistades, las familias y las almas de Berlín. Y sobre todo no deseo que la complejidad de una situación humana compartida sea reducida a simplismos para el aprovechamiento de aquellos que desean el poder y que nos encaminan hacia un nuevo Kosovo, o una nueva Guerra Civil Española, una nueva Ruanda servida para satisfacer los paladares mesiánicos y bélicos de aquéllos que asumen de entrada, y de manera moralista que la verdad social es una sola.