Perséfone



Fotos: Rómulo Ollarves
Modelo: Lennis Rojas
Texto: Héctor Torres
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Finales de junio, 2009

— Tendremos media hora platicando y aún no salgo de mi estupor. ¡Es increíble que te hayas acordado! Ese compromiso lo celebramos... ¿en el 97?.

— Este compromiso lo celebramos en 1996.

— 1996, cierto. Y dime una cosa... ¿En ese entonces fijamos una fecha exacta?

— No, sólo me dijiste que a tus cuarenta años.

     

            

           



   
     





— Pero, por supuesto... si ya mañana cumplo cuarentiuno. Hoy se cierra el plazo, claro. ¿Cómo iba a imaginar, cuando te vi allí parada frente a mi puerta con una botella y dos copas, que te acordarías? Sobre todo después de tanto tiempo sin vernos. De eso hace...









   
 
 
 
 
 
 





— De eso hace exactamente doce años, siete meses yyyyy... algunos días.

— ¡Que increíble! No pierdes el hábito de alardear con tu memoria. Pero tienes razón, el tiempo de las promesas es imperecedero. Bueno, lo importante es que, fieles a nuestra palabra, nos reencontramos, y eso te lo debo a ti. Si por algún instante fingí olvidar o el terror me hizo vacilar, tu presencia aquí niega la duda. ¡No sabes cuánto te lo agradezco!




                         





      

 








— Sólo cumplí con recordarte el destino que te habías impuesto. Y como prometí acompañarte, estoy frente a ti y a las dos copas que, casi desde el primer momento, decidí nos acompañarían en este acto.

— ¡Qué aplomo! No sabes cuánto me impresiona tu fervor.

           

           





 


 






— Basta de halagos, Héctor. Bebe, que seguramente sólo se trata de una prolongación perpetua de aquellas veladas contemplando ancianos samanes en la plaza Ribas, o forjando laberintos en las melancólicas tardes de la ciudad vieja.

— Bueno, que así sea. La muerte también es preservación. A tu salud.


                 


           




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