Esquinero: Esquienero
-Adán Fulano
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Creo que esta noche podría morir asfixiado y eso no me gusta. Siempre le he temido a una muerte lenta, irse de un solo golpe en todos los sentidos siempre es lo mejor, en la vida, en el amor, en la muerte y en el odio que son lo mismo, es lo más políticamente adecuado, lo correcto. Acababa de hablar con la injusticia hecha “azitromicina-llamada telefónica-despedida-poemas por hacer” cuando tuve una revelación, debía escribirla.
Efectivamente el video que me llegó no era una mentira, era lo más cierto que había visto desde que los tiburones de la guaira le ganaron a todos esos otros equipuchos adecopeyrevolucionarios que tanto gustan por estos días. Osama aparecía junto a un selecto grupo de amigos, en lo que a todas luces era una cena cordial, en una cueva, en su cueva, escondido sin poder disfrutar ni un céntimo del dinero que hizo asociado indirectamente con la familia Bush y lo acababa de ver, me fue revelado, después de horas frente a la luz anti-retina de mi monitor que no refleja el color rojo, Dios que sarcástico eres.
Hoy acababa de leer a Cortazar hablando sobre graffiti´s y pensaba que hubo tanta gente buena en este planeta, no tenía sentido de hecho, pensar en Osama. Estaban todos medio sentados escuchando el discurso del jefe, Bin, explicaba que no fue él quién mandó a destruir nada en los EEUU sino el mismo poder político corrupto y mafioso que necesitaba un culpable ya; luego de esto, se ponía una pistola en la boca y se volaba los sesos, como demostración mesianica, defendiendo unas palabras que me resultaron conocidas: “Yo no he sido el culpable, que Alá me juzgue, Perdónalos, ellos no saben lo que hacen”.
Corrí a buscar una Coca-light por aquello de olvidarme y despejarme un poco de tanta visión absurda y tratar de escribir una columna alentadora sobre el año donde por fin la odisea del espacio seguramente tendría un “remake” que la haría inolvidable. Pero no pude conmigo y la escena, repetida impresión de la memoria: el recuerdo.
Mi cuarto que tiene todas las esquinas ocupadas era pequeño, ahora es más bien un pasillo angosto. En el no cabían mis cuatro teorías de la conspiración: Osama fue un genio de la fuerza oscura que se suicidó para inmolarse y de esa forma hacer continua la cadena de mentes como la suya; dos, todo se resolvió en Hollywood, la verdad nunca se sabrá; tres: pobre tipo este que lo persiguieron y asesinaron esos grandes caratos ociosos que son poder; cuatro, no necesito drogas para inventar escenas cursis como esta.
Gracias al elevado y todo poderos jugador especialista en mentes, tengo otros problemas por qué preocuparme, como el hecho de hacerme una prueba sobre el VIH sin ser gay, ni haberme acostado con ninguna mujer infectada, ni ser el tipo promiscuo que todo el mundo cree. A veces, y este es el caso, uno se hace pruebas porque el objeto deseado y amado se lo pide, porque este confunde una bronquitis aguda con una enfermedad tan peligrosa como la inmune deficiencia adquirida, me río de las cosas que la gente es capaz de inventar y por eso celebro este nuevo año, estos próximos doce meses de cuentos y moralejas.