En el carro de papá, oyendo a Arjona
Deberían meter presa a cada niña que se empiece a creer la muy mujer como para acostarse con un tipo, esas niñas que de la noche a la mañana deciden cambiar las pantaletas rosadas que les compraba la mamá por hilos dentales negros, que deciden cambiar Barbies por condones. Peinillas y calabozos a todas esas enfermitas que ya quieren abrir las piernas. Tendría que ser como Ivett que recibió a Cristo en su corazón y que piensa llegar virgen al matrimonio. O como Margi, que si bien no le para a esas morales discriminatorias, se conserva virgen porque tiene miedo de enfermarse o de aparecerle a la vieja con una barriga.
Deberían meter presas a esas niñas para proteger a hombres como tú. Es decir, yo debería estar en Puente Ayala, codeándome con los matones y choros de Puerto la Cruz. Créeme esta vez ¡coño!, no escribo para acusarte, sino porque quiero matarte a abrazos y en mi casa nadie me quiere, excepto el perro que me mira sádicamente con ojos de pingüinito de chocolate y se me acerca para pasearme el lomo por la pierna como si el coño e’ madre se sintiera gato. Estoy tratando de comprender el significado de la palabra “viaje” ahora que D. ha considerado que mi escrito anterior (clic) de suplicio y ruego fue un viaje, bueno, suceden cosas así en taxis o en discos compactos o en los periódicos, la gente se mata, jura que sólo quería un café y se enamora; la gente es una vaina seria y yo soy el vecino filósofo al que nadie entiende, hay que ver cómo la gente se sabotea y se conoce mejor que el diablo la dirección del infierno, como el tipo que se suicidó después que le pegó un tiro a la ex mujer y a la hija, o como...
La cosa es que voy p’a Caripe. Sé que hará frío y yo botaré piedra al ver que mis hermanas se acurrucan con los maridos y que mi papá no me para tanta bola como de costumbre porque andará tratando de hacer que mi mamá se convierta en una amante del monte y la neblina. Y yo sola, o sea, cuando me pare en la entrada de la Cueva del Guácharo toda esquina será verde pero para mí será como los autorretratos de Van Gogh, me pondré nostálgica al añorar tus labores como espeleólogo en mis cavernas, qué porquería será el mundo, a lo mejor suceda que el guía esté bien bueno, hasta me den ganas de tirármelo y demostrarle al mismo mundo lo mucho que aprendí contigo, pero la moral discriminatoria y el miedo a enfermarme a una barriga podrán más que yo. Será que no puedo con otro, como no pude con el profesor de dibujo, como no puedo con mi sarcasmo y mi pobreza espiritual después de partir la cochina. Hará frío en ese pueblito ladilloso y la música de Mahler será recurrente como el sexo en las parejas que son felices, y qué infelicidad la mía, me despecharé también oyendo canciones de Los Terrícolas a pesar de verme ridícula, yo que debería estar presa por puta y también por inocente. Ajá pero más arrechera me dará conseguirme con alguien conocido que se le ocurra darme el ¡feliz año! y yo piense en los poetas en tránsito que la calle tiene... y no deja... como la... bueno no, en eso no, sino en ti que no te habré dado el feliz año, porque a tipos como tú provoca protegerlos, hasta amamantarlos y contarles cuentos para antes de dormir.
-Enza
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