Esquinero: No recuerdo cómo se llama quien recibe una carta, pero para ti.
-Adán Fulano
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Casi nunca uno tiene la oportunidad de sentarse a pensar la utilidad de las cosas ¿Verdad poeta? no pensamos en que tan útiles puede ser por ejemplo el afiche de Alemania 2006 al lado del paño verde, digo esto, pensando en cosas que húmedas que solo existen ya en el recuerdo. Podría verse como una locura, quizás, a estas alturas no importa pero en ese año cuando todos veían el partido de la final, tengo que confesártelo, me escurrí de la casa de las nalgas más duras y hermosas que jamás haya visto el planeta, ¿aquella recuerdas? uno no piensa en la utilidad de las cosas, en los pequeños apoyos que busca la memoria para sostenerse, porque tú y yo lo sabemos ella me sostuvo.
Pasa con frecuencia Poeta, que cuando se mueven cosas de aquí para allá, como pasó en esta ultima mudanza, que se caigan objetos pesados y se estrellen contra el suelo y así como por arte de silencio se rompen. Así pasó, claro está, con la pantaleta de ella -la rosada- ¿recuerdas que te la mostré la ultima vez que te escribí? Si, yo lo sé, hasta cuando esto mío de seguir hurgando en el anteayer como si este fuera otra de las miles de cajas que me tocaron, pero el problema poeta, es que lo pasado no se embala ni se bota, es una de las cosas que jamás se muda, porque hasta a la piel le pasa eso a lo que tu llamas cataclismo y yo le digo cambio.
Yo se que mi vida no ha sido estable y en eso tienes razón. Tengo esa gitanía en la memoria. Como la tienes tu, pero matada (en mi caso ella me mata a mí). Últimamente he tenido algunas cosas rondándome las manos, cosas gitanas también (por cierto que dañadas tengo las manos de tanto tener que recoger vidrios) es recurrente tener unos deseos incomodísimos de mandar varias cosas al traste, me pasa a veces, incluso desaparecer la toalla verde, mandarla a una esquina (que horrible color para una toalla) pero imagínate todo lo que significa para mí, gracias, por entenderme y escucharme y estar allí.
Creo que todo se debe al trabajo, no al que tengo, porque no tengo, sino al que me ofrecieron en la mina de carbón, la cercana de aquí, que tendré que tomar porque no queda otra o soy egoísta y mudo los ideales, provisoriamente, hasta que me den la residencia de Canadá, o me muero de mengua viendo como pasa nada con mi vida, porque no me dirás que seguiremos en esta de no tener residencia fija, algo útil hay que tener, un carro, que se yo.
Así que ya lo sabes: “Ganaré mucho dinero” y trabajaré para este gobierno, de turno, no en el sentido farmacéutico que más bien sería aliviante sino en el sentido policial que es más bien de guardia, ya ves, otra cosa más a la que podríamos estudiar la utilidad: a la palabra turno, a eso de llevarse la contraría, es decir estar de vuelta, a eso que siempre hemos hablado, eso de que la vida nos obliga a convertirnos en lo que criticamos, tranquilo que un día esto pasará y no te escribiré más sobre la utilidad de nada, porque nada valdrá la pena, ni siquiera tendré que seguirte inventando como amigo imaginario, que me ayuda a mudarme siempre, sin nombre, claro, sin dirección.